Libertad de Expresión

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lunes, 5 de mayo de 2008

Los Gritos del Silencio


“Cuando doy de comer al hambriento me dicen que soy un santo, cuando pregunto por qué es pobre me llaman comunista”

Creo que esto lo dijo el arzobispo salvadoreño; Oscar Romero antes claro está de ser asesinado a tiros mientras daba misa en marzo de 1980. -¿Qué hace un arzobispo metiéndose en política?- se preguntarían en Washington y en las altas esferas de los dictadores corruptos de El Salvador. Pero amigos… se puede matar al soñador, pero no a los sueños.
Pues sí, así es, una frase que sin decir nada lo dice todo, mientras des limosna, ayudes al prójimo, des la caridad, todos te dicen lo buena persona que eres, eso sí, no vayas más allá, no hagas preguntas incómodas e incorrectas, no pienses en justicia, si puedes ni pienses, porque si haces esto chocaras contra el impasible y gigante muro omnipresente del Sistema establecido, un muro invisible, duro como una roca, que nadie puede ver, pero que si te acercas más y más acabas viéndolo, pero para eso tienes que acercarte, acercarte a los problemas de la gente, tienes que bajar a la pobreza, a la miseria, al desamparo, para poder ver ese muro, y cuando lo ves gritas, gritas y gritas a la gente, pero cuanto más alto gritas, más alto sube el ruido de la televisión que hipnotiza a la sociedad, más alto es el ruido de los reality shows, de los presentadores del corazón, más alto es el ruido del ocio, del consumismo, de los videojuegos… y como cantaba Sabina; ruido, ruido, mucho mucho ruido.
Así me siento a veces, gritando al vacío, gritando a la nada, gritando a este diario sin ser escuchado, gritando a ese muro enorme y omnipresente del sistema, un muro invisible que parece no estar, un grito de desesperación e impotencia, un grito que no llega a nadie, que se pierde en el silencio, un grito que se ahoga en la indiferencia de la gente, que se perderá para siempre en las delgadas líneas de este diario.

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