Libertad de Expresión

Libertad de Expresión

sábado, 10 de mayo de 2008

La Mara Salvatruchas (MS)


Mi nombre es José David González y nací hace veinte años en Ciudad Delgado, San Salvador (El Salvador – Centroamérica) y he decidido ofrecer mi testimonio. Mi historia es la de muchos jóvenes que se dejan arrastrar por la inmadurez y las amistades. Provengo de una familia muy pobre y desde niño mostré una actitud rebelde hacia la vida, sin querer estudiar, lo que provocó el desprecio de mis padres, lo que quizá contribuyó para que a los doce años decidiera meterme a una mara.

Me acerqué a los chavales del barrio y les dije que quería ser de la mara y el jefe me dijo que ese mismo día ingresaría. Era, pues, un día de mucha alegría. Yo sabía lo que me esperaba, pero era un crío y no le di mucha importancia. Esa misma noche los miembros de la mara me metieron a un círculo y el jefe dio la orden de cumplir con la tradición de agarrarme todos a golpes durante trece segundos, los que aguanté sin mayores problemas. Cuando pasaron los trece segundos el jefe de la mara me dijo: "Bienvenido al barrio''.

Comenzaban a pasar los días sin mayores novedades hasta las tres semanas cuando me invitaron a probar la marihuana y al principio la reacción fue extraña, pero a los pocos días ya era un adicto a esa droga. Era mi primera droga en una larga cadena de destrucción. El problema era cuando se me acababa la droga y comenzábamos a pedir sin importarnos a quién. Cuando alguien se negaba yo miraba que el grupo lo golpeaba y en poco tiempo me uní a esos chavales que sin piedad golpeaban al que les negaba dinero.

La droga ya vivía conmigo y pasados los meses yo mismo les sugería que para conseguir dinero había que salir a robar. Primero comenzamos a robarle a personas del barrio, pero luego decidimos que era mejor asaltar joyerías y hasta buses llenos de pasajeros. Era una mara grande, con gente armada y ya drogados todo lo que hacíamos en lugar de darnos miedo nos hacía sentir bien.

Pero la marihuana ya comenzaba a aburrirme y comencé a probar las piedras de crack y eso me gustaba más. Había cogido otra adicción y me faltaba una peor, dos meses más tarde me inyecté heroína y su reacción me encantó, me sentía dueño del mundo y yo mismo aprendí a inyectarme esa dorga. En nuestras largas conversaciones con los "jomis'' (amigos) decíamos que no podíamos quedarnos sólo en nuestro barrio y decidimos que había que pelear barrios con gente de la Mau Mau, que eran subsidiarias de La 18, aunque para ello tuvimos que conseguir más armas.

Recién había cumplido los trece años cuando un domingo estábamos en una de nuestras acostumbradas reuniones y esa gente de la Mau Mau llegó hasta dónde nosotros y uno de esos varones de la mara enemiga comenzó a insultarme. Las cosas parecían difíciles cuando mi amigo "Chipi'' me dio una nueve milímetros y me dijo que debía tener coraje para matar a esos enemigos de nuestra mara. Yo estaba drogado y no lo pensé dos veces para tomar el arma y comenzar a disparar contra los cuatro miembros de la Mau Mau. A uno de ellos lo maté y a los otros tres los dejé heridos, pero después del hecho tuve un poco de miedo y salí huyendo del barrio y llegué hasta el parque Morazán de San Salvador, donde estaban otros miembros de la MS. Allí estaban los dos grandes líderes del parque; "El cruver'' y el "lobo'', quienes me dijeron que podía quedarme con ellos en el parque.

Nuestros principales enemigos en ese entonces eran los de La 18 que dominaban el parque Libertad, asi que nuestros jefes comenzaron a darnos órdenes para que acabáramos con todos los de ese parque. Todos éramos felices porque estábamos armados y ya drogados sólo pensábamos en matar a esos varones. No recuerdo exactamente cuántas veces fuimos al parque Libertad con nuestras armas, pero si matamos a no menos de 35 mareros de los enemigos en un período de un año.

Cuando yo ya era un muchacho de quince años, recibimos una orden de "El Rata'' que nos dijo que "El cachi'', "el diablito'' y yo lo acompañaríamos a matar a un vato que le debía un dinero de droga. Todos subimos en un 4x4 rojo, doble cabina. Como de costumbre a mi me dieron mi nueve milímetros y los demás prefirieron dos Ak-47 y una Uzi.

Era ya de noche y llegamos a una casa humilde, tocamos la puerta, pero escuchamos que el varón le decía a su jefa que no abriera, entonces "El Rata'' le dijo que si no abría mataríamos a todos los que estuvieran dentro. La señora, presa de los nervios, abrió la puerta y ahí comenzó la masacre.
"El rata'' le exigió el dinero al varón, pero éste le dijo que no tenía nada, entonces "El rata'' sacó su arma y le puso nueve tiros en el pecho al varón y de inmediato nos dijo que mataramos a todos los que estaban en la casa porque no quería testigos. Mis dos amigos le pidieron al jefe que primero los dejara violar a dos hermanas que estaban en la casa y él accedió, pero después de violarlas a cada una le pegaron un balazo en la cabeza, pese a los ruegos que no las mataran, yo me encargué de matar a la mamá y "El cachi'' vio que estaba un niño de año y medio en la casa y para matarlo lo estrelló contra la pared, de manera que no dejamos a nadie vivo.

Años después José David fue acogido por un proyecto de reinserción de mareros y niños de la calle:

Poco a poco he ido cambiando y ahora quisiera volver a nacer para no cometer los errores que cometí en esos años en los que destruí mi vida y la de personas inocentes. Sé que no es fácil pedir perdón y menos que me lo concedan, pero sólo quiero que ya no hayan más muchachos metidos en maras porque en ellas no hay forma de escapar de las drogas y de los crímenes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario