Libertad de Expresión

Libertad de Expresión

domingo, 8 de junio de 2008

Al cumplir los 19


Al cumplir los 19 alguien me presentó a la que estuvo a punto de quitarme la vida, "la heroína", apenas la conocí y caí rendido en sus brazos, me conquistó, se hizo la dueña absoluta de mi vida sin que yo me diera cuenta. Durante algunos años estuve jugando con "ella", o "ella" con migo mejor dicho, pensé que podría engañarla, que yo nunca sería como uno de aquellos yonquies que andan mendigando una dosis por las cloacas de la ciudad, ¿quien, yo? No amigo, eso es imposible.
Cuando nació mi hija mayor pensé que era un buen momento para dejarlo, ahora tenía una nueva motivación, pero aquello ya era imposible, ahora la heroína había tomado el mando y yo iría donde ella quisiera.
Un día mi hija, encontró los artilugios que utilizaba para inyectarme, olvidados por mí en el lavabo en mi locura. Eso fue la gota que colmo el baso, mi mujer se fue, cogió algo de sus cosas y de la niña y se fueron, se marchó harta de luchar con la barrera que yo había levantado entre los dos y al marchar se llevó lo único limpio que quedaba en mi vida, mi Hija.
Entonces todo fue una carrera desbocada, en pocos meses me deterioré tanto como aquellos yonquies de los que hablábamos antes, solo, sin dinero, sin amigos sin nadie pues mi padre y mi hermano no querían ni verme tras haberles intentado robar a los dos, decidí hacer lo que hacen los cobardes, suicidarme, así que con mis últimos recursos compre una dosis doble de lo que habitualmente consumía y me la inyecte, al momento caí fulminado, no recuerdo nada de aquellas horas, se que me desperté mas tarde en la sala de cuidados intensivos del hospital de la ciudad, lleno de tubos y de cables lo primero que pude distinguir fue la mirada de mi padre, estaba allí mirándome, pero esta vez su mirada no era de reproche sino de pena, aquella mirada pude verla durante mucho tiempo cada vez que cerraba los ojos.

Anónimo

No hay comentarios:

Publicar un comentario