
Ayer desquité mi cólera pegándole al cojín que Julio me ponía delante, le pegué hasta ya no poder más y no pude ocultar mis lágrimas, pudieron más que yo y lloré hasta no poder más, y grité tras veces, y después grité mi nombre con mis amigas, y después me acosté y dormí. Y amanecí llorando por mi pesadilla.
Dios no me oye y no me escucha.
Anónimo (14 años - El Salvador)
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